sábado, 20 de diciembre de 2008


Lo reconocí de inmediato. A. escribe y es talentoso. No supe nunca a qué había ido a mi casa, la cual por cierto era un edificio de tres pisos tan impersonal. Recorrimos los espacios y traté de abrir conversación, pero él contestaba a monosílabos mientras su mirada rastreaba incesante algo; no le pregunté qué y al parecer, no encontró lo que buscaba. Ya en la puerta le hablé de un cuento-ensayo de Pitol, creí ver interés y le dije que me esperara un momento.

Buscaba en mi cuarto un cuadernillo de cuentos cuando por la puerta entreabierta vi de soslayo un muñeco Chucky sobre la cama de la habitación adjunta. Mascullé una maldición. Quise estar lejos de ahí, pero mi mente ya estaba enganchada con el objeto, y al igual que cuando jugaba ouija y el triángulo se deslizaba entre las letras obedeciendo lo que le dictaba mentalmente, di órdenes al muñeco de levantarse. Y mi temor no nació porque lo viera levantarse - siempre que lo he visto en la tele procuro cambiar rápido de canal; no soporto su sangre pesada- sino del que me atreviera a darle mentalmente instrucciones para que hiciera daño a otros. Vi a un niño junto a una barandal y traté en seguida de poner en blanco mi mente contrarrestando ese loco impulso de dictar lo peor.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Desde el camión, mi tío Germán, disgustado -no sé si con mi hermano-, trataba de decirme algo, pero no le entendía nada.

lunes, 3 de noviembre de 2008


Llevé un cuento a publicar. No recuerdo quien me atendía en la editorial. Mientras platicaba con él, vi pasar al fondo a W. Ambos quedamos intrigados. Cuando salí, W. estaba sentado junto a una larga mesa de oficina. No sé cómo lo obtuvo, pero tenía un texto mío entre sus manos. Lo que sentía hacia ese hombre era una mezcla de admiración y decepción, por lo que el trato con su persona siempre se me había dificultado. Le expresé mi admiración por un texto que recientemente le habían publicado. Era poseedor de un inmenso don para escribir, y él lo sabía. Me indicó que me sentara. Del cuento me dijo que era bueno, pero pedante. ¿En qué le es pedante?, inquirí, ¿será por lo que está escrito en esta parte?, y le señalé un párrafo. No, dijo él, no es eso. Y entonces escuché con interés su crítica hasta que, como en otras ocasiones, de un momento a otro saltó del plano literario al personal bombardéandome con preguntas incómodas. No objeté nada cuando a esas alturas ya habría puesto de por medio barricadas y disparado con igual saña respuestas contraatacándole. Él se dio cuenta de ello y aprovechó para tantear más terreno. Vestía falda –cosa rarísima- y él colocó su mano sobre mi pierna y las yemas de sus dedos toquetearon mi piel. Lo miré a los ojos; sostuvimos nuestras miradas unos instantes. Acto seguido me levanté y salí de ese lugar.

lunes, 6 de octubre de 2008

En la clase de derecho, en plaza abierta, estaba tomando apuntes de lo que decía el catedrático, pero me dieron ganas de ir al baño, dejé mi libreta en el asiento y me levanté. Al regresar, ya todos se estaban incorporando, la clase había terminado. No sabía si se había dejado tarea; no conocía a ninguno de los que estaban presentes y me entró angustia. Camino a casa, en un patio, vi a una muchacha que había sido compañera de mi hermana, y con esa confianza le pregunté si teníamos tarea. Muy a su pesar me dijo que esperara, y entró a su casa. Miré alrededor, un hombre estaba en la esquina del patio, estaba en silla de ruedas. Pensé que quizá era el esposo. La muchacha salió con la libreta. No le gustó para nada que yo invadiera su intimidad. Anoté la tarea, di las gracias y me fui.-------------------------------------------------------------------------------------------------En otro día de clase, me veo platicando con un compañero. Un rubio. El interés era mutuo. Al final, entre la gente vi a mi mamá, y me fui con ella.-------------------------------------------------------------------------------------------------El motor se detuvo por la Avenida Hidalgo, antes de tomar la calle que lleva a Colonias. Me bajé y le di un empujón, pero un coche que lo choca por detrás. Yo pude librar el accidente, pero vi a mi carro, no sé cómo, dar una giro hacia el carril contrario, bajar desenfrenadamente la calle inclinada* hasta estamparse contra otro vehículo que atravesaba ese momento la Avenida Hidalgo, en dirección de Chedrahui rumbo a la calle Estrella.Me vi entonces en el cementerio frente a un sepulcro. A un lado, me llamó la atención una planta. Era muy hermosa, parecía que sus ramas eran de cristal, de un cristal color verde limón. Y había entre éstas dos hojas de papel dobladas. Eran dos mensajes para el difunto. Uno era corto y decía: Tu muñón está contigo. Y en el otro, maldecían al que le había ocasionado la muerte.
*Al contrario; es una pequeña cuesta.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

El ambiente en la oficina estaba normal hasta que L vino a decirnos a R y a mí que alguien había tomado una tarjeta; se veía preocupado. Luego enteré a S y R lo supo. Me levanto y entonces comienzo a hablarles a los que están en sus escritorios; son como unos seis trabajadores; hay un ventanal al fondo. Alguien me dice que la secretaria no le echa ganas a su trabajo, por qué entonces él iba a trabajar doble. Lo que hagas o no, le dije, va a repercutir siempre en los demás. Me dirigí a la secre, y le pregunté qué tenía que comprarle a su hija, me respondió algo, me volví al otro y le dije: ya ves, si tú trabajas bien ella va a poder comprarle eso a su hija, y si ella hace lo que le corresponde, tú vas a obtener lo tuyo. Todo es trabajo de equipo. Así que me gustaría que decidieran cómo van a trabajar a partir de ahora, de manera programada o dejándose llevar...

sábado, 6 de septiembre de 2008


Día en que unas compañeras y yo fuimos a un centro de diversiones. Había playas artificiales, discotecas... En la noche no quise meterme a la playa. En un cuarto de hotel una de nosotras cayó enferma y se revolvía entre las sabanas. Miré los negros cabellos humedecidos sobre su rostro.





En una vagoneta iba con O y S. Mientras O manejaba y charlaba con S, inspeccioné que en la lámpara no hubiera grabadoras, y anduve revolviendo ropa en las maletas hasta que un oficial de tránsito nos detuvo. Bajamos el equipo completo de volibol y rodeándolo le dijimos que nuestro destino era el gimnasio y que en el interior sólo había ropa deportiva, balones y la red. No insistió más y nos dejó ir.

viernes, 15 de agosto de 2008

Alrededor del muelle, JC chapoteaba en la laguna, cuando vimos que un cocodrilo se le fue encima y lo mordisqueó. Rescatamos enseguida a JC, y por fortuna, su herida en el brazo no era de gravedad; él estaba, incluso, sonriente.

jueves, 7 de agosto de 2008

En la calle Garizurieta, en Alamo, se estaba realizando el rodaje de una película. Observé cómo los actores se relacionaban con los dueños de las casas, las cuales eran parte del escenario ( por la altura del Sanatorio del Dr. Ríos , la casa de los Barragán y de un hotel.) Me causó sorpresa la existencia de piscinas en los patios: todo era festivo, el día, los colores, el buen humor… Curiosamente, las tomas de los actores eran siempre mostrándolos a la orilla de de una piscina, pues estaba vacía.
Por último, se veía cómo la calle estaba inundada.
Emerjo de las aguas de un río desconocido, pero la situación no es benigna, de repente algo se trastoca.


(Fue la sensación; las circunstancias se me perdieron)

miércoles, 16 de julio de 2008


Llegó el viento del norte. Salí al patio de esa casa desconocida, cerré mis ojos y levantando las manos recibí el baño de aire. Pero en un instante la atmósfera cambió. La gente corrió a encerrarse en sus casas. La nuestra era de madera; no resistiría los embates del viento.

jueves, 12 de junio de 2008

En un acto íntimo con el menos indicado; una escena que me sorprendió en más de un sentido. Una escena, recalco, no dos ni tres, una, y con esa basta.

martes, 10 de junio de 2008

Tenía que rentar la casa de Malena. Afuera, en la banqueta, una señora había instalado un puesto de ropa y chácharas. Me invitó a comprar, y le dije que esperaba que me pagaran mi quincena. Entonces, ella dijo que ya ni su hija, a quien le pagaban en el séptimo mes.

sábado, 31 de mayo de 2008

Él vino. Se hospedó en una habitación x, que no era de un hotel. De antemano guardó su distancia. No era necesario que lo hiciera, pues yo también había tomado la mía. Pero precisamente eso me atrajo más a él y mis reservas se hicieron añicos. Entonces lo observé como se observa a un modelo, apreciando sus luces y sombras. No se daba nunca. Y como yo no pertenecía a nadie, no debía dolerme que no me perteneciera. Sin embargo, algo en mí me arrojaba a él más allá de un deseo de conocimiento. En su computadora había una conversación guardada que él echó a andar y luego se fue. La escuché; era una mujer que hablaba de un proyecto. Comprendí perfectamente, yo no debía merodear en su mundo, y tras un vistazo, salí.

lunes, 12 de mayo de 2008

Sueño del domingo 11 de mayo de 2008


Navegando por internet descubrí que a J. le habían publicado un libro sobre cine. Molesta, le reproché por qué no me lo había comentado. A él le había parecido normal y me preguntó si no estaba contenta por él, y le dije que sí, que lo estaba y mucho; por lo mismo lamentaba que no me hubiese compartido esa parte del proceso. El libro tenía una portada color verde olivo con varias imágenes. Sabía que el contenido sería de valiosa consulta para investigadores y estudiantes. Le pregunté si lo había registrado.Me dijo que sí.

domingo, 27 de abril de 2008


La tía E. falleció repentinamente: presión alta; muerte silenciosa. Sentimientos de extrañeza y orfandad me invadieron. En el funeral - en casa de mi abuelita, que en ocasiones se volvía un lugar muy distinto, colocaron cuadros pintados al óleo en las paredes de la escalinata a la planta alta-platiqué con mi mamá sobre el qué iba a pasar a continuación. Bajo el porche, alguien me habló de fantasmas que rondaban el terreno familiar.

*Por la mañana desperté con un leve dolor de cabeza.

sábado, 12 de abril de 2008


Frente a la vitrina, en la casa de mi mamá. Me acompaña Juan, y saco del cajón un fajo de billetes y lo cuento una y otra vez fallidamente hasta que cansada lo dejo de nuevo en el mismo lugar. Me voy al mandado pero me quedo con aquel pendiente de no saber la cantidad exacta de dinero con que cuento.









En el descanso de la escalera me topo con una joven muy bonita. No nos cruzamos la palabra en la oficina. Ella está embarazada y la veo radiante. Platicamos.



Estamos en una casa, en un cuarto, donde hay camas individuales por doquier. Ignoro qué hacemos ahí, sólo sé que hay algo que no marcha y que de un momento a otro tenemos que abandonar el lugar. Temor y curiosidad van de la mano cuando ya en el pasillo miramos la puerta entreabierta: algo, alguien saldrá; quién sabe.




domingo, 30 de marzo de 2008

Al intentar hacer el amor con J., varias cosas nos lo impidieron. Estábamos en un cuarto de la casa de mis tías, en Álamo, y no había puerta; un pariente nos dijo que mínimo, pusiéramos una cortina. Mientras tanto, subí las escaleras y al paso me llamó la atención un libro. Lo abrí y entre sus páginas había una carta con extensión de una cuartilla. Pensé, por el estilo, que el autor era Parra, pero no, al final de la carta no había signante. Regresé de nuevo a la cama y le pregunté a J. si era de él la carta, me dijo que sí. Al siguiente instante ya estábamos en la misma cama pero en una banqueta x de Xalapa, casi podría afirmar que en una de esas banquetas irregulares de Circunvalación; por cierto, teníamos ya cobijas. J. hablaba en la carta de un viaje a Veracruz, y le pregunté por éste. Además, le dije que en el comienzo del segundo párrafo algo no funcionaba. Y al otro instante, nos encontramos en una calle no pavimentada, donde una niña nos ofrecía cheetos, y nosotros le ofrecíamos papitas. La niña no estaba sola, en la esquina de la cuadra, la abuela no la perdía de vista.




Frente a mí un alto y extenso puente se erguía; sufro de vértigo, pero tenía que cruzarlo. El puente era de hojas metálicas. Casi a la mitad del puente me topé con dos jovencitas. Se rieron de mí, pues iba de plano a gatas, como cuando subo las escalinatas de las pirámides. Me detuve a platicar un rato con ellas; y aunque trataba de no mirar en esa dirección, fue en vano, en varias ocasiones mi mirada se sumió en ese enorme hueco que había en un extremo: faltaba una hoja metálica. Dije adiós a las jovencitas y miré el final del puente, mi meta, mi más allá.

jueves, 6 de marzo de 2008

SUEÑO DEL 06 DE ABRIL DE 2008. MAÑANA










En Alamo, de visita en casa de Malena. En las paredes de la sala hay cuadros con motivos infantiles, y sucede en un momento en que me dejan sola, que las caricaturas salen de sus cuadros para meterse en otros. No digo nada. Pero cuando voy al baño y algo o alguien me desplaza con todo y taza hasta la sala, sorprendo a Malena y a las niñas. Aun después de contarle lo sucedido, mi hermana se muestra escéptica. Bedil echa un vistazo a los cuadros.




Un licenciado me aborda en Garizurieta y me presenta a un grupo de jóvenes abogados que se incorporan a su despacho. Por lo que dice, yo soy su mano derecha; mientras tanto, no deja de ser incómodo el escrutinio de los jóvenes. Nos encaminamos a la casa de Malena. Me inquieta saber que soy litigante. En un cuarto a modo de despacho, el licenciado escribe algo en el pizarrón, y en otro instante ya es una mujer la que está terminando de escribir la palabra "adrede", que sirve como pretexto para cantar una canción que la incluya. La mujer tiene una linda voz.
*Antes, hubo otros sueños; queda una sensación como la de haber volado. Pero no me quedé con ninguna imagen.



























sábado, 1 de marzo de 2008

SUEÑO DEL 27 DE FEBRERO DE 2008


Una compañera y yo teníamos que viajar a Puebla o a una ciudad cercana. Yo le dije que fuéramos a la central de autobuses, pero ella propuso mejor viajar en avión, pues teníamos que llegar lo más pronto posible. Así que nos dirigimos al aeropuerto. Era una línea económica. Hubo un contratiempo. Ya estando en el avión esperamos otro rato más. Había una alfombra color caqui con migajas de galletas "arcoiris".

sábado, 12 de enero de 2008


En la casa de Alamo estábamos conviviendo. Malena y Bedil estaban con las niñas en la planta baja con mi mamá y los niños, pero entre todo el bullicio reparé de pronto en la presencia de un extraño, quien estaba en el cuarto de arriba, sentado en una de las camas individuales platicando con Carlos. Era un hombre de unos 40 años, algo rellenito y de rostro afable, que miraba su entorno con un aire incómodo o más bien como de aquel que quiere absorber toda la información para acoplarse más rápido a sus circunstancias. ¿Y tú quién eres?, le pregunté. "El novio de tu hermana", me respondió.Y siguieron otras preguntas,¿dónde vives?..., bien, le dije y salí del cuarto.

He estado pasando a word los sueños de 2020, como los tengo anotados en tableta, hojas sueltas y en cuadernos regados, tras estos meses de e...