Nos avisaron de la filmación de una película de costosa producción y acudimos a una prueba antes del grito de acción. El lugar, un largo puente a manera de montaña rusa, y había tanta gente que nos abrimos paso con dificultad. Cuando estábamos a la mitad del puente anunciaron por altavoz que se pondría en marcha el tren bala, y hubo una exclamación general de asombro cuando el espectro del tren nos atravesó en un dos por tres. Eso era magia pura del cine.
X me invitó a su nuevo departamento. Era un señor departamento. Me perdí en sus cuartos y pasillos. En una decoración moderna y elegante, el blanco predominaba. Pero las puertas de los baños estaban llenas de excremento.