En el patio de la casa de A., una amiga de infancia. Sus hermanas no son tan hospitalarias, y me siento fuera de lugar. Cuando llego a casa, Amaranta y Ale me dicen que volemos, y sin consultar con su mamá les aplico el líquido. Por experimentar, yo también lo hago, pero tuve miedo de salir de casa y a regañadientes les digo que nos mantengamos bajo techo mientras pasa el efecto. A J. le asustó vernos flotando.
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