En un autobús veíamos cómo los habitantes de una pequeña comunidad portaban poderosas armas y disparaban desde los patios de sus casas. La furia en sus rostros y el color gris de pies a cabeza los homogeneizaba. Al principio disparaban al cielo y el ruido estruendoso no paraba. Cuando advirtieron nuestro paso por la carretera, nos convertimos en objeto de su ataque. Afortunadamente salimos ilesos.
En un salón de eventos a reventar me topé con A, quien amistosamente me ofreció algo. No pude sino pensar cómo reaccionaría si supiera lo que escribí sobre el asunto x; seguro que ni me hubiese dirigido la palabra.
Subíamos una pendiente huyendo de algo maligno. JC y Madame iban al frente. Hubo una explosión y los perdí de vista. Más adelante supe que se encontraban bien en otro lugar.
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