Quizá en una Casa de Cultura me encontraba cuando vino hacia mí. No la reconocí de inmediato, sino al presentarse. Me daba gusto verla pero ella frenando mis preguntas fue al grano. Dijo que en internet alguien se afanaba en desprestigiarla, y quería saber quién, porque estaban muchos intereses en juego. La observé. Todo en ella respiraba dinero, protección, altivez. No quedaba nada de aquella joven que solía mostrar entusiasmo ante un texto literario, ante una representación teatral. Recordé a su antigua pareja. Sabía que era ésta quien se encargaba de ponerla en su lugar, y por supuesto que no le iba a proporcionar ninguna información. Era algo que no me incumbía. Le dije que yo algún día había escrito sobre ella- cuando aún su sueño era la actuación-pero nada en su contra sino todo lo contrario. En eso nos interrumpieron varios jóvenes que cargaban columnas griegas de utilería; por lo que escuchamos, representarían por la noche una tragedia. Pero a ella ya no la movía nada de eso, y como de mí no obtendría nada, se fue.
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