miércoles, 28 de septiembre de 2011

En la fiesta de fin de año en Álamo. No hay bardas entre las propiedades de mi familia. Ocupada en el patio trasero de la casa, en cosas de la cena, de pronto volteo y veo a dos hombres. Me llama la atención uno de ellos que lleva un saco beige y luce sencillamente elegante. Son familiares lejanos. Aún no me he vestido para la cena, y traigo en la mano una sarten. Me pregunto por qué han venido, y una vocecita me dice, vienen porque quieren conocernos y sentirse en familia. Con cierto embarazo, me acerco a ellos y los saludo de beso. En eso, veo las piernas larguísimas de alguien, enfundadas en mezclilla, y subo la mirada hasta el rostro. Es Rafa, un primo. Bromeo respecto a su altura y nos damos un afectuoso abrazo. Estiro mis piernas para estar a su misma estatura.

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