domingo, 22 de abril de 2007

Era una rara presentación de un libro de un autor que no conozco. Esperábamos a que llegara más gente. Estaba arriba y abajo con mis niños cuando vi que llegaron varios conocidos de Alamo.
Al instante siguiente estaba durmiendo en un autobús, y la incipiente luz del día se asomaba en las ventanillas. Luego de una noche de viaje llegábamos a nuestro destino: Río de Janeiro. Viajamos varias compañeras con sus respectivas familias. ¿Motivos?, entre ellos el de la presentación del libro, pero sobre todo el puro placer de viajar. Nos maravillábamos de estar juntos en ese rincón del mundo. Podíamos sentir la brisa del mar. Lástima que el problema que nos enclaustró horas en la terminal sería de orden administrativo. No podíamos creer que estuviéramos perdiendo el tiempo de esa manera, cuando el mar nos estaba abriendo sus brazos a unos cuantos pasos y mero enfrente estaban presentando el libro de un autor desconocido.

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