Frente a la vitrina, en la casa de mi mamá. Me acompaña Juan, y saco del cajón un fajo de billetes y lo cuento una y otra vez fallidamente hasta que cansada lo dejo de nuevo en el mismo lugar. Me voy al mandado pero me quedo con aquel pendiente de no saber la cantidad exacta de dinero con que cuento.
En el descanso de la escalera me topo con una joven muy bonita. No nos cruzamos la palabra en la oficina. Ella está embarazada y la veo radiante. Platicamos.
Estamos en una casa, en un cuarto, donde hay camas individuales por doquier. Ignoro qué hacemos ahí, sólo sé que hay algo que no marcha y que de un momento a otro tenemos que abandonar el lugar. Temor y curiosidad van de la mano cuando ya en el pasillo miramos la puerta entreabierta: algo, alguien saldrá; quién sabe.
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