martes, 10 de junio de 2008

Tenía que rentar la casa de Malena. Afuera, en la banqueta, una señora había instalado un puesto de ropa y chácharas. Me invitó a comprar, y le dije que esperaba que me pagaran mi quincena. Entonces, ella dijo que ya ni su hija, a quien le pagaban en el séptimo mes.

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