lunes, 8 de noviembre de 2010

Entramos en la casa que dejamos de rentar. La llave ya la había entregado a su dueña. Pero quedaba pendiente llevarnos cosas que habíamos dejado ahí. Al parecer nadie aún habitaba la casa, pero estaba en ese proceso, y al ir recogiendo nuestras pertenencias veíamos los cambios realizados, el nuevo color en las paredes, las cortinas. Inspeccionábamos todo con el temor de que en cualquier momento alguien entraría y nos descubriría in fraganti.

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