martes, 27 de octubre de 2020

 

Sueño del domingo 3 de marzo de 2019. Noche.

Encuentro, o mejor dicho, hallo un artefacto que almacena publicidad de productos. Es interactivo y se reproduce mostrando todos los lugares donde estaban colocados los anuncios publicitarios; la proyección es casi casi como estar físicamente ahí y siento un miedo a lo ilimitado, quizá porque se reproducen lugares tanto que conozco como que no. No puedo manejar el aparato diestramente; en una escena veo la imagen publicitaria de Marlboro y soy guiada a todos esos sitios en los que se encuentra.

Cuando subo la loma y paso junto a la vigilante, mi mamá llama por teléfono a ésta, lo sé porque alcanzo a escuchar su voz, y la vigilante me mira expectante. Me intriga saber qué le dice mi mamá, si pregunta por mí.( Me despiertan Jani, Adry y Juan, vienen del cine en Américas: documental, escalador)

A la hora de la comida, un compañero de trabajo me habla de su hijo, le pregunto quién es él; me dice su nombre y lo reconozco, le cuento que platiqué con su hijo, quien me dijo que en su área no le dan respiro.

Hay en el centro de convenciones gradas de madera muy en lo alto. No sé dónde sentarme. Veo a un joven sentado en una grada inferior desprenderse de su lugar al ver a una chica subir, se conocen y se ríen mientras él la sigue adonde ella vaya. Me siento en una grada inferior a ellos.

Me eligen para preparar un platillo, pero en la última parte del proceso, que es colocar la pechuga preparada en la fuente, increíblemente no me sale; me tengo que excusar con los organizadores, y les prometo que me voy a esforzar. Me quedo para practicar.

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