Imágenes de viaje, en autobús, en avión, a contra reloj. El viaje más corto era más complicado que el largo. En un tramo me acompañó mi mamá y platicamos. Tenía que estar a las 19:30 en un lugar. En el gimnasio todo estaba dispuesto y comenzó el partido. La entrenadora me banqueó junto con otras y vi cómo nuestro equipo iba perdiendo puntos que si no eran fáciles al menos se podían pelear. Tenía deseos de entrar y luchar, y por qué no, de revertir el marcador. pero la entrenadora, desesperada, sólo pasaba su mirada sobre nosotras; en su juicio, ninguna daría el ancho. Ante el inminente naufragio, y con mi ánimo caído y cuerpo frío, sólo quise ser invisible, que esa mujer no se atreviera a meterme al final del partido cuando ya nada podía hacerse.
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