domingo, 6 de septiembre de 2020

 

Sueño del domingo 24 de febrero de 2019.


La jefa me encargó que llamara por teléfono a un señor. Me dio el asunto como si fuera nuevo y me dijo que le preguntara sobre el nombre de una canción. Me comuniqué con él, pero el sonido era muy malo, ambos teníamos que repetirnos. Le pregunté si había pagado su adeudo. Me dijo que le habían cobrado bien, ya había pasado tiempo de eso. ¡Ah!, entonces ya pagó, el asunto está concluido, sí, me dijo. Hmm, ¿podría darme el nombre de una canción?, y me la dio, incluso me puso la canción, que era más que nada una melodía. Se lo dije a la jefa, y nada más me dijo, sí, lo sabía, gracias. Del asunto, todos lo sabían, bien gracias, menos yo. Una compañera me lo corroboró.


Se trataba de un evento de recaudación de fondos en un estadio azteca a reventar, para una causa benéfica, que también lo había en Estados Unidos. Fui hasta el escenario y vi a varias compañeras sentadas en el rincón, me sorprendió que la hija de una de ellas ya era una jovencita y se había pintado el cabello .

Malena y yo fuimos a una carnicería, pedí maciza de res a la joven. Entró una conocida y le preguntó a Male qué sería bueno para cocinar. Male no respondió al momento, y yo le dije que sería bueno preparar unos medallones de res con salsa de tomate y especias, pero la mujer ni me hizo caso. Despacharon a Malena y les dijimos adiós a las mujeres, nada nos respondieron. ¡Vaya!, pensé. Fuimos a otra tienda, y palpé el billete en mi bolsillo, le dije a Malena que no habíamos pagado. Nos regresamos a pagar, al paso venía la joven carnicera, no necesariamente a encontrarnos; entramos a la carnicería y le dijimos que se nos había olvidado pagar, los familiares de ella que se encontraban en el local no dijeron nada, todos estaban (¿eran?) mudos.

 










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