Sueño del 25 de agosto de 2015.
De vacaciones en casa de mamá. Ale quería ver una película en una pantalla grande, pero algo no
funcionó. Arreglé mis cosas, luego me acerqué a Adri -quien era más chica- y le pregunté si
no quería comer algo antes de irnos, había un platón con carnes y chicharrón.
Me dijo que sí.
A un día de finalizar las vacaciones salí con un muchacho (¿señor?, no, no lo creo, los dos éramos
jóvenes). Éste era alto, moreno y guapo, quizá de una belleza como la de Javier,
algo así. Anduvimos en un mercado y vi que X -una compañera de trabajo-
preguntó en un local el precio de vinos y la dependienta le habló sobre el
sabor de vinos y explicó con gusto el proceso de preparación. Luego seguimos
nuestro camino y de repente una muchacha de un negocio gritó con efusión el
nombre de mi acompañante (no recuerdo su nombre). Yo seguí caminando lento,
mientras él se rezagó unos instantes para saludar a la muchacha. Luego nos
sentamos en una banqueta y el bromeó de que iba a sacar unos almanaques
desnudo, como no se me daba bromear le dije que le compraría uno. Él se me
quedó mirando serio, pero después rió y trató (por qué motivo lo hacía, no sé)
de ser amable conmigo. Había playa más allá, pero antes vimos a Mandela en una
calle sucia y cómo empezó a barrer con una escoba, y dije que una voluntad basta
para empujar la acción y comenzar a barrer la calle, que era la calle empolvada
de la Iglesia (¿la del Naranjal?).
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