jueves, 2 de julio de 2020

Sueño del sábado 26 de septiembre de 2015


Tenía que hacer un par de llamadas a Canadá para que me confirmaran algo, pero ya me estaba desesperando porque no lograba comunicarme, no sé si por los números o qué. Fui a casa de mi amiga Martha y me sorprendió que ya habían rentado la casa para un consultorio médico,-antes ahí no había pegado ningún negocio, entre ellos el de J- y entre las ventanas tropicales vi al doctor que tenía su escritorio muy bien organizado, su librero, sus libros, su vestimenta, todo, y me preguntaba por qué su rostro me recordaba al de alguien, cuando llegó Claudia, jugadora de voli en Tampico, y resultó ser su hija. El caso es que me anoté y me senté a esperar, pero como tenía pendientes no estaba tranquila en mi asiento. La mamá de Martha me pidió que le masajeara la planta de un pie, lo hice y noté que tenía resequedad. Luego me fui, una niña conocida se acercó y tomó mis manos y le dije que no lo hiciera porque había sobado un pie. En la casa preparé sopa de pasta, quedó rica, cuando fui por la calle de junto, la de Guillermo Vélez, que no estaba pavimentada (ahora lo está), me sorprendió ver mi sopa en un estanque entre las yerbas y recogí un poco en un frasco. Fui a casa y advertí en el cuarto de mi mama dos ramos de flores coloridas sobre un librero, le pregunté a ella qué significaban aquellos ramos y me dijo que ni dijera nada, que sólo le llegaban. Eso es malo, dije, hay que tirarlos. Bajé y en casa de mi abuelita Concha, estaban los asistentes ya preparándose para el funeral de una tía (Betty), entre ellos mi tío Germán, él parecía muy sano y fresco con su camiseta de básquet y en short. En la cocina vi que estaba el caldo de pasta.

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