domingo, 28 de junio de 2020

Sueño del 8 de febrero de 2015.




Llego con retraso al trabajo, con la idea de tratar de justificar el retardo. Transcurre el día y no puedo hacerlo.


Con la Lic. T. y M en un desayuno, estamos esperando todavía a alguien más, pero no viene. Yo estoy afuera del edificio, cuando recuerdo que no me he despedido y regreso. Le comento eso a mis compañeros y se ríen. M. ya está parada, pero a borde del vacío, y le digo “M. cuidado, te puedes caer”, y la jalo un poco, ella me jala también un poquito a manera de juego y le digo que no tengo ya tantas fuerzas para jalarla, mientras me trato de agarrar con la zurda del fierro del ventanal.

En casa, una gran casa de muchos ventanales y paredes blancas. Malena creo se está bañando. La cama es enorme, en ella están 2 compañeras mías, C y una niña (no sé si compañerita de Adriana), algo me dice C, pero yo tengo que ir arriba para inspeccionar algo, le pregunto a la niña por qué no ha venido X y le digo “no me digas; lo sé, es algo privado”, y la niña sonríe apenada. Tengo en cuenta que C está con lupa observando la casa.


Estoy contenta, camino rumbo a la escuela preparatoria México, recuerdo cuando la vi por primera vez y anduve en su poco espacio, y cuando me enamoré de un estudiante. Tengo la sensación de que el tiempo es uno solo, el ayer y el ahora, y me siento feliz.


Camino y veo una casa y una gran carpa blanca instalada, donde un señor atractivo está preparando todo. La casa está abierta, como una casa de muñecas. La gente empieza a acercarse. Hago lo mismo y  veo que no es una fiesta, sino que venden comida, me imagino que es domingo. Hay un largo contenedor acerado de comida. Tiene una especie de enchiladas, pero muy grandes, me acerco más para ver de qué son, por su color son enfrijoladas y empipianadas. Se ven riquísimas.

Sigo mi camino y tengo la idea de la soledad, veo una cafetería y en una mesa hay una joven sola. Tengo una canción en mente, cuando un compañerito me saluda y me rebasa. Yo sigo sus pasos, pues vamos por el mismo camino, y me topo con Lupe (de Tampico). Y seguimos, no sé cómo, pero le hablo de un cuento, no viene al caso y además quizá no le guste, caminamos hasta una loma y comenzamos a bajarla.

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